Los viejos bretones
abandonaron sus
carcomidas boniteras y
bacaladeras al fondo de
las rías bretonas. Sin
embargo, acudían a
cuidarlas hasta que la
propia naturaleza acabó
con ellas. En Barbate
sucedió algo parecido;
al igual que en
Lequeitio o en Huelva.
Una romántica historia
de mar. |