MARINOS DE LA PREHISTORIA

Publicado por pipesar | Categoría Sin Categoría | Fecha 30-01-2020

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Marinos del Paleolítico

Durante cinco años he estado trabajando en mi nuevo libro, Marinos del Paleolítico, en el que trato de acercar a la gente

la historia de las embarcaciones prehistóricas, aquellas que construyeron unos antepasados nuestro que vivieron hace 10.000 años, y que utilizaban para desplazarse por las aguas contiguas a su lugares de residencia, extendidos por Europa, África y Asia.

Es verdad que los humanos, tal como han certificado los mejores arqueólogos del mundo, nos movimos sobre el agua hace 700.000, pues las herramientas líticas encontradas en varias islas del mundo dejaron claro que los homos que las fabricaron solo pudieron llegar hasta ellas cruzando extensiones moderadas de agua embarcados en rudimentarias balsas armadas con troncos y lianas. El análisis de cómo se pudo llegar a Australia, isla de Flores o Creta constituye otro de los aspectos de mi estudio, basado en mi experiencia marinera.

Pero es que además, las embarcaciones que no podemos encontrar de forma palpable como la canoa de Pesse o los barcos griegos, romanos o vikingos, podemos hallarlos en las paredes de muchas cuevas, datados en cerca de treinta mil años de antigüedad.


Un mundo apasionante que nos muestran el desarrollo de los barcos hasta el siglo XV; un periodo de tiempo que nadie ha estudiado demasiado y que por el contrario ha dejado evidencias maravillosas en forma de canoas y embarcaciones de muy variadas formas y tamaños, que se conservan en recónditos museos, por desgracia muy poco visitados y dados a conocer.

Publicado por pipesar | Categoría Sin Categoría | Fecha 24-01-2020

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LA SENTENCIA DE LA OPERACIÓN BAHÍA

Hace unas semanas la Audiencia Provincial de Cádiz, tras catorce años de instrucción en la que los políticos dijeron encontrarse ante otro de los más graves expolios perpetrados en aguas españolas tras el escándalo que supuso el expolio de la compañía Odyssey, por fin se celebró el juicio y se dictó sentencia: 540 euros a cada imputado; lo curioso es que la fiscalía pedía varios años para algunos de los diecisiete procesados, que habían sido perseguidos sin piedad por la Unidad Operativa de la Guardia Civil. Según la magistrada ponente “el valor de lo expoliado solo ascendía a 800 euros, por lo que no se podían fijar otra pena para ninguno de ellos”

Sin embargo, si retrocedemos en el tiempo hasta 2006, cuando la Guardia Civil abordó el buque Louisa, amarrado en el Puerto de Santa María desde donde ponían en marcha las operaciones de expolio, y en la conferencia de prensa que dieron los policías acompañados por la inefable directora del Centro de Arqueología de Cádiz, Carmen García, se enuncio “una gran operación con implicados muy importantes”. Pero en realidad solo se trataba de tapar el vergonzoso caso Odyssey, cuyos permisos para rebañar los fondos patrios los concedió la tal García y el director para las relacionas con Estados Unidos y Europa: otro sociata de dudosa conducta que fue expulsado de la carrera diplomática por acosar a una empleada cuando era embajador de España en Austria, llamado José Pons: mallorquín del PSOE, hermano del que fuera Presidente del Congreso, y compañero de partido en la Isla de otro tipo cuestionable , Mesquida, que justo en ese momento era el Director de la Guardia Civil, y que se pasó a Ciudadanos cuando ya nadie lo quería en su partido. Qué casualidad, verdad.

Esta banda persiguió y trató de hundir la reputación de dos impecables Guardias Civiles: el capitán Manuel Naarro, cien veces condecorado por su trabajo, al que los jueces ni siquiera quisieron interrogar a pesar de las acusaciones de sus compañeros de la UCO, y un mecánico naval, al que también machacaron, y que ha sido  ABSUELTO.

Otro de los objetivos fue un enemigo de García, Claudio Bonifacio, historiador, escritor y especialista en naufragios desde hace cuarenta años al que requisaron todos sus archivos tras haber trabajado siempre en base a permisos oficiales del Archivo de Indias de Sevilla. A pesar de las solicitudes de sus abogados, no le han devuelto sus documentos. Ha sido condenado a solo 540 euros, tras pasar por la cárcel y sufrir un acoso insoportable y el desvalijo de su vivienda.

Luis Valero de Bernabé, conocido empresario de la mar, también fue acusado de varios delitos, detenido, confiscados bienes de su propiedad y encarcelado; sin embargo también ha sido condenado al pago de tan solo 540 euros, tras catorce años de tormentos.

Y diferentes funcionarios de varios ministerios a la misma multa, tras detenerles y tirar abajo su oficinas por haber dado unos permisos cuestionables, pero no delictivos.

En lo que a mí se refiere, también la UCO trató de implicarme por Violación de Secretos, cuando era yo quien daba a la Guardia Civil de la Mar las posiciones de todos los robaperas que navegaban por las costas españolas. Pero los magistrados que me interrogaron no apreciaron ningún delito en mi actitud, sino todo lo contrario. Además la UCO pidió permiso para asaltar mi vivienda particular como si se tratase de un peligroso delincuente, hecho que por fortuna el juez no permitió.

En fin, detrás de todo esto el PSOE y su buenista gente; ese partido hoy asociado a golpistas, separatistas, asesinos y teóricos estúpidos comunistas, que ahora además pretenden educar a los hijos de todos los españoles, ya que según ellos no pertenecen a sus padres; pertenecen al Partido, como en la desmontada Unión Soviétiva. Sin embargo solo recordar la foto de Zapatero con Obama en la Casa Blanca apareciendo con su hijas vestidas de góticas me dejó muy claro cuál era el resultado de apadrinar tanta libertad.

El tiempo acaba por dar la razón al que la tiene; lo malo es que mientras tanto estos estúpidos, arribistas de poder y canallas siguen estando por ahí, al tiempo que van destrozado la vida de muchos.


LOS BARCOS HISTÓRICOS PERDIDOS

Publicado por pipesar | Categoría Odyssey | Fecha 17-12-2015

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BARCOS HISTÓRICOS PERDIDOS

Leo estos días infinidad de noticias y opiniones de presuntos “expertos” sobre qué hacer con el reciente galeón San José, al parecer hallado, por fin, en aguas territoriales de Colombia, y uno no deja de asombrarse de la cantidad de estupideces que se pueden llegar a decir en aras a una iletrada interpretación del Derecho aplicado a estos asuntos, junto a un histerismo patriótico sobre bienes que históricamente hemos abandonado, dada nuestra permanente desidia sobre los asuntos de la mar en general.

En las universidades españolas no se estudia una sola línea sobre Derecho Marítimo aplicado a temas arqueológicos; ni siquiera se tratan los aspectos generales que conforman esta disciplina, a pesar de que el 90% de las mercancías se mueven por el mundo en barcos; a lo sumo, meros aspectos mercantiles. Tampoco se instruye en arqueología submarina propiamente dicha, pues, nuestros arqueólogos son meros licenciados en Historia a los que no se forma en temas prácticos de la especialidad, y por tanto se convierten en teóricos que no saben nada de las inmensas dificultades que hay bajo el agua, no solo para trabajar sobre pecios, sino para entender la complejidad del mundo marino, que abarca el comportamiento de la mar, las corrientes, la meteorología, la geología, la cartografía naval, la navegación, la deriva, el abatimiento, los satélites de ayuda, el buceo en profundidad, las leyes de la descompresión, las mareas etc: conceptos sin los que es no posible dedicarse a cualquier asunto relacionado con la mar. Por ello, hemos tenido que oír decir a nuestras Autoridades en múltiples ocasiones que, “mandarían a los buzos a 800 metros de profundidad para mirar tal o cual cosa”. O que se pondrán “las botellas de oxígeno”. Y así nos va.

Tras el caso Odyssey, al que solo dos o tres personas prestamos atención desde el año 1998, fecha de la llegada a nuestras aguas de los caza tesoros, hasta que en 2012 tuvieron que devolver lo robado gracias al dinero de los españoles, han surgido un gran número de especialistas que jamás metieron la cabeza bajo el agua, salvo cuando van a la playa en vacaciones. Gentes que opinan con una ligereza tan grande como su desconocimiento del medio marino al que antes hacía referencia. Lo que provoca miles de artículos y comentarios a cual de ellos menos riguroso y sostenible desde el punto de vista de la operativa marítima. Buscar objetos bajo el agua de la mar es tan complicado como ir a Marte. Por eso, de los miles de barcos históricos hundidos en las aguas del mundo se han encontrado tan pocos, y cuando se ha hecho, apenas se recupera un 30% del naufragio.

Sin embargo y a pesar de lo dicho, durante estos tres últimos años, no se ha querido investigar qué hicieron los barcos de Odyssey durante los nueve años que solo navegaron por las aguas españolas del Mediterráneo entre

BARCOS HISTÓRICOS PERDIDOS

Málaga y Gibraltar, cuando además los piratas publicaban en su web todo lo que iban expoliando. Parece que la política es el mejor antídoto contra la verdad.

Al incomprensible concepto ahora de moda sobre la conservación in situ de un pecio, se oponen la mar y sus leyes, que lo destrozarán cuando llegue el siguiente huracán, perdiendo esos restos para siempre.

La misma falacia es asegurar que todo lo que transportaba un galeón es patrimonio; las barras de oro y los lingotes de plata son simples bienes comerciales con un valor determinado, y nada contribuye a la arqueología mantener y exhibir cientos de ellos apilados. Lo mismo sucede con las monedas que, teniendo un valor numismático e histórico indudable, tampoco sirve para nada que la mayor parte de ellas se guarden en la caja fuerte de un Ministerio. Muchos arqueólogos de prestigio internacional comparten la teoría de que parte de ese patrimonio comercial pueda subastarse, y emplear esos fondos en nuevos trabajos culturales.

Tampoco estoy de acuerdo con que no debamos recurrir a empresas privadas de operaciones submarinas para trabajar en asuntos de barcos históricos, y que se les pueda pagar con parte de los bienes no patrimoniales que se recuperen, y siempre con estricto control de los Gobiernos implicados.

La ingente cantidad de dinero que hay es necesaria para aprovisionar y fletar un moderno buque de prospecciones submarinas, dada la profundidad a la que están la mayor parte de pecios no expoliados, hace necesaria esa colaboración, pues, los estados, en los tiempos que se avecinan, deben dedicar sus recursos a temas de mayor calado social. El secreto solo está en controlar con rigor lo que hacen, como de hecho nunca se hizo en el caso Odyssey.

LA MODERNA HISTORIA DEL GALEÓN SAN JOSÉ

Publicado por pipesar | Categoría Pipe Sarmiento | Fecha 09-12-2015

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Las primeras operaciones encaminadas a encontrar el galeón español se produjeron en 1980 de la mano del conseguidor colombiano Álvaro Leyva, aunque la cara la puso la compañía estadounidense Glocca Morra Co -GMC-, con domicilio en el estado de Delawarre. A través de Leyva, obtuvo un permiso de la Dirección General Marítima colombiana -LA DIMAR-, con competencias exclusivas en la materia, para realizar búsquedas de naufragios en tres áreas del Mar Territorial de Colombia; se autorizó a buscar entre las coordenadas 9o 55” N y los 75o 38 ̈ W, por medio de la resolución del Estado número 48 de 29 de enero de 1980, y quedó instrumentado en la autorización 354, firmada por la Autoridad Marítima. Se acordó repartirse el botín al 50%.

Entre los años 1.980 y 1.985, navegando, primero con el buque M/N Morning Watch y luego con otro más moderno, el State Progress, se logró identificar 6 naufragios en el rastreo de 50 millas cuadradas. Pero no sería hasta diciembre de 1981, cuando otro buque, el State Wave, marcaría lo que se creyó era el galeón San José. La empresa de caza tesoros lo comunicó a la Dirección Marítima: dijeron haberlo encontrado a 700 pies de profundidad, -unos 230 metros-. Al mismo tiempo los norteamericanos redactaron un informe confidencial con todos los estudios submarinos realizados y los resultados cartográficos de los todavía imprecisos sonares de barrido lateral. Y entregaron unas coordenadas marcadas en una carta de navegación, que tanto el Estado Colombiano como la compañía Glocca Morra pactaron que fuesen secreto.

Como anécdota decir que acreditaron que la información para localizar el naufragio del galeón español la habían obtenido por medio de los investigadores Eugene Lyon, el británico descubridor en Sevilla de la localización del galeón español Atocha expoliado por Mell Fisher. Y John Cryer. Ambos sacaron los datos de los diferentes archivos navales británicos; pero sobre todo, del Archivo de Indias de Sevilla.

Para poder empezar los trabajos de extracción la compañía norteamericana exigió un acuerdo más preciso, en el que se detallaran las actividades de cada parte. Pero antes debían concretar la posición del galeón; lo hicieron con el buque Heather Express, que realizó barridos de sonar a pesar de los fuertes vientos que padecieron. El 7 de septiembre de 1983 a 707 pies de profundidad -216 metros-marcaron la posición concreta del pecio: Lat 10a 10.37” Norte, y Longitud 75a 57.94” Oeste. Lo que les llevaba a 21.871 metros de la Isla Yeye.

Sin embargo los norteamericanos quisieron cerciorarse mejor de que estaban en el mar territorial colombiano. Trajeron otro barco todavía superior, el Seaway Eagle de bandera Maltesa, que utilizó un equipo de traspondedores en diferentes puntos de la costa. Al final se determinó de forma científica que el pecio estaba a 10,6 millas de la Isla colombiana del Rosario

Tras mucha dilación por parte de los colombianos, se llegó a un acuerdo que disminuía el primer porcentaje pactado, con lo que Glocca Morra se quedaría con el 35% de lo extraído; el resto, sería para el Estado Colombiano. Sin embargo, cuando llegó el momento de la firma que ponía en marcha las labores de extracción, los colombianos empezaron a dar largas, prohibiéndoles incluso que pudiesen navegar por sus aguas.

A partir de ese momento comenzó un largo litigio que ha durado ya 35 años. Para callarles la boca, los colombianos mandaron una mera “carta de intenciones”, con el número 3.315 de las resoluciones de la Dirección General Marítima, y que constituye uno de los documentos con los que Glocca Morra ha defendido sus derechos en varios tribunales. Pero la Dirección Marítima siguió sin firmar un verdadero contrato jurídico que desbloquease la situación.

Para obtener más recursos, en vista de la larga batalla judicial que se les avecinaba, Glocca se alió con otros inversores, constituyendo la SSA, o Sea Search Armada, que se subrogó en los derechos de Glocca Morra. Su director sigue siendo desde entonces el caza tesoros Jack Harbeston, actualmente expoliando otro barco español en islas del Pacífico.

En 1983, el Estado Colombiano contrató a Columbus Exploration Inc, la empresa del norteamericano que halló el fabuloso tesoro que transportaba el Central América, Thomas Thompson, que logró sacar de la mar varias toneladas de oro. Pero, a día de hoy, nadie sabe lo que hizo, ni hay constancia documental de sus actuaciones. El contacto en Colombia fue Fabio Etxeberri Correa, amigo de políticos y altos funcionarios. Sin embargo la realidad era otra: lo que pretendía el Estado era conseguir una tapadera para intentar demostrar que las coordenadas dadas por SSA no eran las adecuadas, y que por tanto no tenía que darles nada. L Columbus, a modo de certificado, entregó un documento en el que aseguraba que el galeón San José no estaba en las coordenadas entregadas por los norteamericanos, con lo que los colombianos se zafaban en principio de los compromisos adquiridos.

Pero el Estado todavía fue más lejos y, en 1984, el Parlamento Colombiano aprobó una rocambolesca Ley de Confiscación, que llevaba el número 2.324, y que anulaba ya formalmente el acuerdo, y devolvía al Estado los derechos sobre el pecio, dejando, eso sí, un 5% de lo que se recuperase, a modo de consolación para Sea Search Armada.

Esta gravísima cacicada llevó en 1.988 a la Compañía Norteamericana a pleitear en el Tribunal de Barranquilla primero, y en el Constitucional Colombiano después. Se basaron en el informe jurídico elaborado por Lilliam Suárez, secretaria del Presidente entonces Betancur, avalada por el Almirante Miguel Rangel Santos, que había propiciado la Ley de Confiscaciones.

Pero la cosa no quedó ahí; en 1988 el Gobierno Colombiano por medio de una empresa de su propiedad, ECOPETROL, preparó un acuerdo con una banco público sueco, cuyo director era Harry Schein, al que prometieron un tanto por ciento de lo obtenido si aportaba la financiación. El diario sueco Dagens Nyheter, en su edición de junio de 1.988, publicó el acuerdo con Colombia, lo que trajo incluso una interpelación por parte del Departamento de Estado Norteamericano al Embajador sueco en Washington. Tras descubrirse la maniobra de los colombianos, y solo unos días después, el banco se privatizó, y su director desapareció del negocio para siempre, escondiéndose de los periodistas.

La empresa norteamericana había recurrido al congresista norteamericano Guy Van Der Jagt, para que presionara a su favor. Éste, remitió también una carta al Presidente de Colombia pidiendo explicaciones, pero, aunque suspendieron el trato con los suecos, la respuesta se la remitió Germán Montoya, jefe de Gabinete del Presidente entonces Barco, haciéndolo de una forma chulesca y despectiva.

En enero de 1989 Sea Search Armada contrató al prestigioso abogado colombiano Danilo Devis para que demandase al Estado Colombiano. Sin embargo el fallo del Tribunal Civil Décimo de Barranquilla no llegaría hasta cinco años después: el 16 de julio de 1994, tras muchas dilaciones, trampas y amenazas por parte de las autoridades de Colombia, la Corte decidió que Sea Search tenía derecho a la mitad de lo que se encontrase

Años después, el Tribunal Supremo derogó la Ley de Confiscación del Gobierno ,y mantuvo para los norteamericanos el 50% del botín, y el otro 50% para el Estado. Pero la administración marítima siguió diciendo que no sabían dónde se encontraba el barco; que en las coordenadas entregadas por Sea Search Armada no había nada, y que por lo tanto solo tenían derechos en el lugar que dijeron, no en otros puntos de la costa colombiana.

No conformándose con la sentencia emitida por su propia justicia, en julio de 1994 el Estado contrató a Pacific Geographic Society, con un nombre muy parecido a la prestigiosa National Geographic, como si pretendiesen impresionar, aunque, dos meses después SSA comprobó que dicha Compañía solo tenía un buzón de correos en un barrio industrial de San Diego. En realidad era una tapadera empleada por el roba pecios Burt D. Webber, conocido expoliador de Florida, que ya había trabajado para Mel Fisher en la búsqueda del galeón español Atocha, y que fue quien encontró otro galeón español expoliado: el Concepción. En realidad preparaban el saqueo del San José, pero la operación también se fue al traste.

Sea Search Armada, viendo que, aunque les daban la razón, no podían trabajar en el pecio, interpuso una demanda civil en los Estados Unidos, sede de la empresa, en base a la USC 1.130, que reconoce la posibilidad de obligar a tercero en ciertos supuestos. En dicho documento podemos comprobar que la profundidad a la que se encuentra el pecio no coincide con la primera aportada a Colombia en 1980: alrededor de 1.000 pies, unos 330 metros, no los 220 d3 1983. También cuentan los desencuentros y manipulaciones de los colombianos para no dar su brazo a torcer. Aunque, desde el punto de vista jurídico eran argumentos de escaso contenido jurídico como para que un Tribunal norteamericano pudiese entrar en materia; sobre todo, porque el pecio descansa en el mar territorial colombiano, y este País ni siquiera ha “ratificado” la Convención del Derecho del Mar, donde se fijaron los conceptos de barco de estado, y los límites jurisdiccionales de las aguas de los estados ribereños. Colombia fue defendida por el bufete norteamericano Arnold & Porter.

En 2011, el Tribunal rechazó la demanda de SSA, por no tener jurisdicción, y, en todo caso, estar prescrito el asunto. Lógicamente la han recurrido, pero no hay visos de que la sentencia pueda ser revocada.

Y así llegamos a 2.013, fecha en la que el Estado Colombiano aprueba su Ley para Privatizar el patrimonio sumergido que hay en sus aguas, y Sea Search Armada recurre ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, alegando la violación de los artículos 21 y 25 de la Convención Interamericana de Derechos Humanos.

A partir de aquí, la sorprendente y reciente declaración del Presidente de Colombia, nos llevan, necesariamente, al comentario que hice la semana pasada en el periódico La Razón: si Colombia ni siquiera ha “ratificado” la Convención sobre el Derecho del Mar, la Constitución de los mares, donde se define el concepto de Barco de Estado, y tampoco han querido firmar la Convención de la Unesco para la Protección del Patrimonio Submarino, los derechos de España sobre el navío no pintan nada bien, pues, aunque nuestro país lograse ganar en alguna Corte Internacional tras muchos

años de trabajo, los colombianos no permitirán que tuviésemos acceso al galeón por estar en su aguas territoriales; a los efectos de propiedad algo así como si el barco estuviese en una de sus maravillosas playas del Caribe.

Ya nos sucedió algo parecido con los derechos sobre la fragata Juno, que naufragó en 1802, y cuya propiedad ganamos a otro caza pecios, Sea Hunt en 1999. Y, aunque el tribunal de Norfolk, Virginia, nos dio la razón, no se pudo tocar hasta que su Departamento de Parques diera permiso, al estar en sus aguas. Lo que ha llevado a que todavía no hayamos realizado ninguna intervención en el pecio. Y hemos terminado dejando lo devuelto por los cazatesoros en un museo de Assateague, para el disfrute de otros.

Lo increíble de este naufragio fue que el Juno, tras zarpar de Veracruz, una tormenta le obligó a refugiarse en el puerto de San Juan de Puerto Rico. Transportaba 2,5 millones de pesos en plata. Sin embargo, como su reparación se prolongaría seis meses, su carga se llevó a otro galeón de nombre San José, que la llevó a España con éxito. Caprichos del destino.

Lorenzo -Pipe- Sarmiento de Dueñas

LA PRUEBA IRREFUTABLE

Publicado por pipesar | Categoría Sin Categoría | Fecha 17-08-2015

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Han pasando ya unos meses desde que la empresa Odyssey Marine tuvo que devolver el botín expoliado a los españoles, tras CATORCE AÑOS de tomar el pelo a nuestra Administración, navegando por nuestro mar Territorial. Sin embargo, gracias a las denuncias de prácticamente todos los medios de comunicación españoles y extranjeros, pudimos recuperar parte de lo robado.

Pues bien: las mentiras vertidas por el Gobierno y sus cómplices empiezan a ser evidentes. Hace unos días, los técnicos que continúan limpiando las  aproximadamente 500.000 monedas  recuperadas en los Estados Unidos, filtraron esta foto que acompaño, en la que se puede observar uno de los ordenadores oficiales, en los que van introduciendo los datos que obtienen de cada moneda que ha sido ya limpiada.

En él, y en la mano de una operaria, aparece una moneda de Carlos IV,

QUE TIENE GRAVADA LA FECHA 1808

Esto significa que, si dichas monedas, como asegura el Gobierno y su banda de cómplices, pertenecen a la Fragata Mercedes, que naufragó en 1804, que expliquen cómo podía llevar a bordo una moneda

ACUÑADA CUATRO AÑOS MÁS TARDE

Poco a poco, la verdad va saliendo de forma irrefutable, y aquellos que se arrogaron en salvadores de la patria arqueológica, deberán meter la cabeza entre las piernas, si todavía les queda algo de dignidad.

En próximas fechas tendremos más pruebas irrefutables del engaño que nos vendieron.

LA PATÉTICA PRUEBA DEL ESTADO

Publicado por pipesar | Categoría Odyssey | Fecha 24-08-2013

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El Vicealmirante D. Teodoro de Leste acaba de publicar en la Revista General de Marina -Julio 2013-, la carta de navegación en la que se basó el Gobierno Español para asegurar que el patrimonio robado por Odyssey Marine pertenecía a la fragata de guerra española Nuestra Señora de las Mercedes. Y, es de suma importancia este extremo, para demostrar una vez más los mangoneos y connivencias políticas que rodearon a este asunto desde 1998, fecha en la que llegaron los piratas a nuestras aguas.

En el documento, anotado de su puño y letra, aparecen las fechas en las que, según dice el AIS -sistema de identificación radio de buques-, localizó a los barcos de los piratas, el Odyssey Explorer y el Ocean Alert, navegando por una zona próxima al lugar donde fue hundida la fragata por los ingleses. Textualmente, da como buenas las fechas del 16 al 30 de marzo para las navegaciones del Ocean Alert; dato, absolutamente falso, como puede demostrarse en la documentación del AIS que adjunto, en la que se aprecia que en esos días ese barco estaba en el Mediterráneo o en Gibraltar.

Respecto al segundo, al único que llevaba un robot capaz de bajar a la profundidad que hay en ese lugar, el Odyssey Explorer, anota que estuvo en esas aguas desde el 17 de abril al 12 de mayo, y tres días entre el 25 y el 27 de marzo. Y yo me pregunto ahora como lo hice entonces: Cómo pudieron tomar las FOTOS  que adjunto, y que entregaron a España durante el pleito, cuyas fechas visibles en la parte izquierda de las mismas son  3 y 9 de abril de 2007, si en esos días ambos barcos no estaban en la zona y permanecían atracados en Gibraltar?

Un sorprendente milagro, como otros tantos que los políticos que se relacionaron con este triste asunto trataron de hacernos creer.

Al ver ahora el documento que España presentó ante la Justicia Norteamericana, y que tanto escondieron, me reafirmo una vez más en la buena fe de unos magistrados que solo prestaron atención a los tratados firmados con nuestro país, en vez de mirar los PATÉTICOS argumentos de una panda de indocumentados en el asunto, que solo supieron mostrar arrogancia y soberbia, en lugar de escuchar a quienes de verdad llevábamos años trabajando de forma gratuita en defensa de nuestro patrimonio.

La triste historia marítima de nuestro país se hace todavía más penosa cuando los que deberían ser sus defensores más acérrimos se alían con una impresentable clase política ávida de poder y riqueza, que también acaba corrompiendo a funcionarios y servidores públicos, haciéndoles ver las cosas sólo en función de sus intereses.

DE NUEVO LA SOMBRA DE ODYSSEY

Publicado por pipesar | Categoría Odyssey | Fecha 31-05-2013

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De nuevo se ha producido una expulsión de nuestras aguas de dos embarcaciones  cazatesoros por parte de la Armada, en coordinación con el Servicio Marítimo de la Guardia Civil. Los barcos en cuestión, el Endeavour, hasta noviembre pasado Seaway Endeavour, al que cambiaron de bandera de Panamá a Togo para que no se siguiera su pista, y el Seaway Invincible, llevaban varios meses tanteando la zona para comprobar si nuestras autoridades salían a por ellos más allá del mar territorial -12 millas desde la costa-. Los pudimos fotografiar en zonas donde permanecieron varios años los diferentes barcos de la compañía Odyssey Marine. También se refugiaron ambos barcos en el fatídico puerto de Gibraltar, dada la cercanía a las zonas a expoliar y al buen trato que recibe en la Colonia cualquier enemigo de nuestro País. -Fotos adjuntas-.

Durante los prácticamente 10 AÑOS de navegaciones de Odyssey por esa misma zona del Mar de Alborán, España solo defendió las aguas jurisdiccionales cercanas, obviando la responsabilidad y los derechos que también tenemos sobre las siguientes 12 millas, -llamada Zona Contigua-, y la extensión hasta las 200 cuando se tiene espacio para poder medirlas, llamada Zona Económico Exclusiva; y así nos fue. Sin embargo, en el caso del Mar de Alborán, como la distancia entre España, Marruecos y Argelia apenas sobrepasa las 100 millas, por el sistema de Líneas Equidistantes, avalado por Naciones Unidas, nos repartimos 50 millas cada país. Así que, en esa parte del Mediterráneo ostentamos DERECHOS EXCLUSIVOS en las primeras 12 millas, en las 12 segundas, y sobre las 26 más que nos corresponden de Zona Económica.

La empresa armadora de los dos barcos, Hallstrom Holdings, esconde su accionariado tras la injusta opacidad del mundo naval en una dirección de Singapur.  Los diferentes armadores de los barcos son los mismos perros con distinto collar: Seaways Survey, Seaways Offshore, Hallstrom Holdings, etc. Vamos, que el mundo de la mar sigue permitiendo a los piratas esconderse detrás de múltiples trampas para así evitar responsabilidades personales. Y, esto, a pesar de los ingentes males que llegaron a España por la mar vía Urquiola, Mar Egeo, Prestige, Odyssey, y un largo etc.

En el reducido mundo de los robaperas submarinos, se conocen todos, se venden o alquilan datos y barcos, para hacer después criminales repartos de lo saqueado en paraísos fiscales. El barrido continuado que hizo Odyssey a lo largo y ancho del Mar de Alborán, no podía quedar en barbecho. Esa información era codiciada por todos los amantes de lo ajeno bajo las aguas, y por eso es más que probable que los datos captados por ello durante tanto tiempo y a lo largo de tantas millas sean ahora utilizados por otros.

Sin embargo, lo verdaderamente importante es que nuestras Fuerzas de Seguridad actúen como lo han hecho en este asunto, y no cambien su comportamiento cuando el nuevo politiquillo de turno decida mandar lo contrario, como sucedió en el robo masivo y continuado de los diferentes barcos expoliados por Odyssey, a los que nuestro Estado  colgó la falsa etiqueta de “fragata Mercedes” para no tener que responder de los diez años de desidia, responsabilidad y dejación de funciones, colmando a los de Odyssey con relaciones impresentables y permisos criminales, que nos llevaron al mayor ridículo de la historia en un asunto de arqueología submarina, una pequeña parte del cual recuperamos gracias al dinero de todos los españoles.

Lorenzo Sarmiento de Dueñas
Abogado, especializado en Derecho de la Mar.
Autor de Expediente Odyssey, el mayor expolio baja la mar.

EXPEDIENTE ODYSSEY

Publicado por pipesar | Categoría Sin Categoría | Fecha 08-05-2013

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LA ESTUPIDEZ. ALIADA CON LA CRUELDAD Y LA CODICIA. PROVOCA MUCHAS BARBARIES. EL MISTERIO DE LA ESTUPIDEZ ES TAN HONDO COMO EL DE LA CRUELDAD; A VECES LAS DOS SE ALÍAN ENTRE SÍ. PARA LA ESTUPIDEZ Y SUS DOS CÓMPLICES MAYORES, LA CRUELDAD Y LA CODICIA, NO SABE UNO QUÉ REMEDIO PODRÍA SER ÚTIL, NI QUÉ MODO HABRÍA DE PONERLE LÍMITE.

HACE BASTANTES AÑOS EMPECÉ A DESCUBRIR, NO SIN ASOMBRO, QUE CUANDO UN ESCRITOR SE MALOGRA O SE PIERDE NUNCA ES A CAUSA DE LA NECESIDAD, SINO DE LA CODICIA. LA NECESIDAD ESTÁ EN MUCHOS DE LOS DESASTRES QUE ORGANIZAMOS LOS HUMANOS, PERO ME TEMO QUE LA CODICIA ES LA RESPONSABLE DE MUCHOS MÁS, AUNQUE CADA VEZ LO QUE ME DAS MÁS MIEDO ES LA INMENSA FUERZA DESTRUCTIVA DE LA ESTUPIDEZ.

Antonio Muñoz Molina.

LAS NUEVAS MENTIRAS DE ODYSSEY

Publicado por pipesar | Categoría Sin Categoría | Fecha 06-04-2013

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Es una desvergüenza que algunos medios de prensa continúen dando soporte a la falacia de que las monedas recuperadas a los piratas de Odyssey pertenecen a la fragata Mercedes: no hay una sola prueba de ello, a no ser las mentiras y embustes de quienes deberían haber respondido con sus cargos e imputaciones penales por los muchos expolios perpetrados por la empresa Odyssey.

Sin embargo, es todavía más esperpéntico que el Museo Naval de Madrid esté construyendo una réplica de la nunca encontrada fragata Mercedes, como sin con ello se perpetuaran sus aseveraciones. No es de recibo que una institución científica, cuyos objetos asumen al valor que ostentan gracias a que están soportados por la historia cierta y veraz, se haya tirado por el camino del medio dando pábulo a rumores, pruebas incompletas y opiniones políticas sustentadas, como casi siempre, en el mantenimiento de la silla a toda costa por parte de quienes propiciaron que nos robasen durante más de diez años.

Ahora, Odyssey da un nuevo giro de tuerca anunciando una exposición en Tampa en la que presentarán objetos que dicen extrajeron en 1.989 de dos barcos españoles expoliados en aguas de los cayos de Florida próximas a las Islas Tortuga.

Sin embargo, vuelven a MENTIR, en esa conducta patológica en la que se empeñan tratando de tapar los muchos expolios cometidos en aguas españolas. Pues, la VERDAD DOCUMENTADA de lo que dicen es otra muy distinta: el oro, la plata y las joyas que Stemm y Norris expoliaron de aquel navío español entre 1989 y 1992 las tuvieron que vender con celeridad para pagar a sus muchos acreedores, tras invertir DIEZ millones de dólares para rescatar un patrimonio que apenas alcanzó un valor de TRES. -documentos de la época adjuntos-

La SEC, la reguladora del mercado bursátil norteamericano les abrió un expediente por presunto fraude a los accionistas, tras el vergonzoso desfase existente entre los ingresos y gastos de la operación. -adjuntos documentos-.

En principio utilizaron el tristemente famoso barco Seahawk, con el que empezaron los expolios en las costas de la Línea y Sotogrande en 1998 y 1999. Pero tuvieron que arrendar otro más grande que pudiera darles la cobertura en la mar que necesitaban. Se llamaba también Seahawk Retrovier. -foto adjunta-.

Fue una catástrofe de negocio con el que los dos piratas, por muy poco, no terminaron entre rejas. Por ello, que ahora digan que exhiben aquel pequeño tesoro, del que hay documentos de su comercialización, es una desvergüenza.

Nosotros pensamos que ESTÁN SACANDO A LA LUZ algunas de las otras miles de piezas que EXPOLIARON con la ayuda del GOBIERNO DE GIBRALTAR de pecios españoles en aguas del Mar de Alborán, donde permanecieron DIEZ AÑOS haciendo lo que les vino en gana, protegidos por la gente de Exteriores del último gobierno Socialista.

LA FRAGATA MERCEDES POR DECRETO

Publicado por pipesar | Categoría Sin Categoría | Fecha 08-12-2012

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Siempre he pensado que los arqueólogos son los encargados de estudiar los hallazgos históricos para, acto seguido, informar sobre sus resultados a las instituciones de las que dependen. Sin embargo, en este tedioso y largo asunto de las monedas ganadas a Odyssey en los tribunales norteamericanos ha sucedido todo lo contrario. Han sido los políticos quienes han decidido que dichos objetos arqueológicos provienen de un barco español nunca encontrado, tratando de tapar su mal hacer, sus impresentables actuaciones en relación con todo el asunto; me atrevería a decir que cometiendo un presunto delito de dejación de funciones, y por lo tanto en connivencia con el expolio.

Y durante ese glorioso camino, trataron de tapar la boca a quienes descubrimos el expolio, lo denunciamos y gastamos nuestro patrimonio para obtener imágenes y documentos que la prensa pudiera publicar. También, y quizás sea lo más grave, destituyeron a Ivan Negueruela, al mejor arqueólogo marino que tiene nuestro país haciéndole la vida muy difícil por no plegarse a esta nueva forma de trabajar en la arqueología española, que consiste en que los políticos y sus funcionarios acólitos decidan sobre la identidad de un pecio, la procedencia de unas monedas, o el origen histórico de cualquiera de nuestros objetos patrimoniales. Da igual lo que diga la historia, los hechos, las pruebas o la arqueología en sí misma; se trata de tapar los inmensos errores que se enmiendan después con el dinero de todos los españoles, de encubrir al descomunal numero de bobos, iletrados e incompetentes que intervinieron en esta farsa. Y sin con ello se cargan la reputación de un gran profesional, o enredan hasta cotas insoportables la vida de unos ciudadanos, qué más da, ellos ganan siempre; tienen el poder y la sabiduría y el conocimiento, que a otros tanto nos ha costado adquirir, por decreto, por que lo dicen ellos.

Y yo me pregunto: si hace unos días nuestra Armada expulsó a otro barco caza tesoros del Mar de Alborán a pesar de que navegaba a 25 millas de la costa española, esto es, en la zona contigua española y en la zona económica exclusiva que pude llegar hasta las 200 millas cuando pueden medirse, por qué no se hizo esto mismo cuando los barcos de Odyssey navegaron durante DIEZ AÑOS por nuestras aguas del Mediterráneo. Esta vez y tras el ridículo del expolio de Odyssey, nuestra Armada sí recibió la orden de expulsarlos al amparo de la Convención del Derecho del Mar.

Al menos, y de momento, hasta que otro politiquillo quiera jugar a los arqueólogos, hemos conseguido que las cosas de la protección del patrimonio sumergido se tomen con otro rigor, aunque para ello algunos hayamos pagado un precio muy alto.

Lorenzo -Pipe- Sarmiento de Dueñas
Abogado especializado en Derecho Marítimo.
Descubridor del caso Odyssey.
Autor del libro Expediente Odyssey, el mayor expolio bajo el mar.