MAGALLANES- EL CANO, LA GESTA DE LA VENGANZA

Publicado por pipesar | Categoría Pipe Sarmiento | Fecha 19-06-2022

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Tras ver con atención los dos primeros capítulos de la serie de Neflix sobre la hazaña de Magallanes y El Cano, uno se queda perplejo por la cantidad de errores y faltas a la verdad de esta esperada serie. Cuando, por fin, se recreaba en la pantalla  una de las hazañas más importantes de nuestra civilización, al comprobar que se podía dar la vuelta al Planeta por la mar y que, efectivamente, la tierra era redonda, y que solo la gravedad permite que vivamos en ambos hemisferios, nos presentan un bodrio de dimensiones épicas repleto de tópicos estúpidos, suciedad y desconocimiento. Los barcos de guerra de nuestra Armada se comandaban con disciplina militar, y se vestía todo lo bien que lo permitían los materiales de entonces. Por el contrario, en esta serie los tripulantes aparecen como una pandilla de criminales y amiguetes que campan por la cubierta a su antojo. Nuestros capitanes realizaron proezas espectaculares gracias a la disciplina y orden que había en los navíos. Los que han hecho esta chapuza no saben nada de la mar; ni de la de antes ni de la de ahora.

En las regatas oceánicas modernas hay una disciplina en los horarios, guardias, trabajos y responsabilidades: manda un patrón, al que se le obedece por ser el más capacitado, y eso mismo sucedía en nuestros barcos del siglo XVI. Gracias a ello conquistamos el mundo.

Una cosa es novelar hechos históricos y otra muy distinta inventarla y acomodarla a los intereses de quienes pagan.

1º Magallanes era muy cojo y se movía con dificultad por un lanzazo en su rodilla derecha en unas de las expediciones que hizo a las islas de las Especies;  por ello, recibía una pequeña pensión que apenas le llegaba para vivir. Fue cuando pidió a la Corona de Portugal que se la subieran un poco, tras servir cinco años en barcos portugueses cuando, al no concedérselo, rompió con Portugal y se vino a España con su proyecto.

2º Magallanes y De Elcano nunca navegaron en el mismo barco, y hasta la muerte del portugués apenas se hablaron; él era el piloto de uno de ellos. Solo cuando se vieron perdidos en el Pacífico sin saber qué rumbo tomar, fue cuando la tripulación de la Victoria le hizo su capitán para, con su experiencia de piloto, tratar de regresar a España y contar la existencia del paso del Atlántico al Pacífico.

3º Tampoco fueron atacados por los barcos portugueses tras zarpar, pues España era la primera potencia del mundo y jamás se habrían atrevido a despertar al Emperador que, por otra parte, se casaría con una hermana del Rey de Portugal.

4º Juan Sebastián de El Cano era un vasco de pocas palabras, como de hecho lo son en la actualidad sus hombres de mar:  vestía con corrección, pues su padre era un comerciante con barco propio y casa acomodada con el que llevaban cargas de un puerto a otro.

Tras su regreso, un estúpido y arrogante Carlos I le negó derechos que, por otra parte, concedía a cualquier arribista que se le acercase con tino, como fue su secretario personal De los Cobos: un funcionario trepa indecente, que pasó a la historia por haberse forrado con la administración de las cosas del soberbio Emperador. Comerció con esclavos, y su avaricia le llevó a casarse con una niña de 14 años solo porque tenía dos de los apellidos más importantes de España: María Sarmiento y Mendoza, nieta de mi antepasado Bernardino Sarmiento, Conde de Rivadavia y Adelantado Mayor de Galicia. De los Cobos le negaría de su puño y letra a El Cano dichos honores; el documento se conserva el los Archivos Históricos de Guipúzcoa.  La verdadera historia de esta proeza la publiqué en el periódico LA RAZÓN en 2019, que acompaño.

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