VILLA DE PITANCHO Corsarios en Terranova.
Publicado por pipesar | Categoría Pipe Sarmiento | Fecha 27-02-2022
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VILLA DE PITANCHO, UN NAUFRAGIO EN TERRANOVA
Como en los accidentes de los petroleros y de otros barcos los periodistas y las autoridades se quedan solo en los aspectos humanos del naufragio, en las víctimas directas, pero no suelen entran en las causas; y no lo hacen porque los medios no tienen especialistas que sepan y expliquen por qué se produjo, y si se podía haber evitado; y a las autoridades les conviene esa sucesión de hechos para ocultar sus muchas carencias. Por ello, los naufragios seguirán dándose con tozuda repetición hasta que las propias empresas armadoras eleven sus niveles de exigencia, y no sigan amparados, como de hecho han estado siempre, en unos ministerios de Pesca y Fomento dispersos y de controles mínimos.
Cuando el 24 de febrero el marinero de Ghana Samuel Kwesi, uno de los tres sobrevivientes, dijo que estaba en la balsa salvavidas en pantalones baqueros, tal como podemos ver en esta fotografía suya, a la gente de mar se nos pusieron los pelos de punta pues, los navegantes deportivos cuando hace mal tiempo, nada parecido a lo que ellos se enfrentan, nos equipamos con ropa de altas prestaciones para el frío; incluso, con trajes de supervivencia de uso común entre los marinos que faenan en zonas donde la dureza extrema de la mar los debería hacer obligatorios.
No es comprensible que una empresa que factura millones de euros y que genera grandes benficios no gasten unos miles en estos equipos para sus tripulantes, sobre todo porque han de trabajar bajo cero y, como en este siniestro, si deben embarcar en los botes salvavidas, sabedores que estarán a temperaturas extremas al menos el tiempo que tarden en socorrerlos. Con un traje de supervivencia no se hubieran congelado los nueve cadáveres recuperados de las dos balsas. Menos comprensible todavía es que la Dirección de Pesca y Fomento no los hayan exigido antes de despacharlos en las capitanías marítimas.
En sus primeras declaraciones el patrón ha dicho que se paró el motor cuando viraban el aparejo de pesca, con lo que reconoce que estaban pescando con semejante mar. Lo más seguro es que las líneas de la red se enredasen en la hélice por la conjunción de una ola y la guiñada del barco, dejando a la embarcación frenada e indefensa ante las enormes olas que la alcanzaban. Sin máquina, se atravesó a la mar y volcó. La defensa en estos temporales es la máquina, que sujeta al barco contra las masas de agua y, a poca velocidad, mantener proa a las olas. Sin embargo, cuando pescan, la tracción que hace el descomunal aparejo en forma de red que hay bajo el agua hace de boya, y sin motor, tira del barco hacia atrás, lo atraviesa, lo inunda por popa y lo vuelca.
Lo grave, lo preocupante y estúpido es que un patrón de pesca de tanta experiencia siga faenando con semejante mar poniendo en peligro a la tripulación. Escuchamos decir al hermano de uno de los fallecidos peruanos en televisión que nadie quería navegar con él, pues era un imprudente, y nunca dejaba de pescar aunque la mar le estuviese diciendo lo contrario.
Pero en la mar las machadas se acaban pagando muy caras, y ahora este tipejo tendrá que vivir con veintiún muertes a sus espaladas. El barco lo pagará la aseguradora, y para que lo haga, habrá un pacto de silencio entre los tres supervivientes, de lo contrario, y si como parece, fueron imprudentes pescando con semejante temporal, podrían perder el derecho al seguro. Y desde el Servicio de Vigilancia Pesquera, convenientemente aprovisionado de jefes gallegos del mundo de la pesca, dirán que ellos solo ven dónde está cada barco por orden de la Cominidad Europea, que sigue cerrando el círculo sobre estos privilegiados que se escudan en una dureza real para vaciar los mares al ritmo de los adelantos tecnológicos.
Así que, nunca sabremos la verdad. Y este tipos de patrones corsarios que cobran fortunas según resultados seguirán poniendo en peligro la vida de estos pobres desgraciados que solo ven en la mar la única forma de subsistir por poco más de 1500 euros, encerrados en una cárcel de hierro, sin convenio, trabajando las 24 horas del día durante meses, en peligro evidente y muy mal pertrechados.
Recordarán el naufragio del Monte Galiñeiro en 2009, en el que, de milagro, se salvaron sus veintidos tripulantes en dos balsas similares a las del Villa de Pintancho, y la investigación que abrió el Gobierno Canadiense, pues su capitán aseguró que se hundieron por la explosión de su máquina. Sin embargo desde el guardacostas canadiense no se vio un ápice de humo cuando estuvo a su lado para socorrer a su tripulación. Luego conocimos que también estaban pescando aunque en este naufragio la mar era buena; pero quedó el tufo de un parón de la máquina al virar el aparejo, enredar su hélice, que bloqueó el eje y lo partió y, cuando vieron llegar al guardacostas para revisar su carga y aparejo, dejaron hundir al barco herido ya de muerte, pues la multa por pesca ilegal tras la Guerra del Fletán puede ascender a más del valor del barco; y como la aseguradora en España pagará al armador la nave, podrán armar uno nuevo, y todos contentos.
La pesca gallega siempre fue un juego de trileros de mucho nivel en el que sus representantes en el Ministerio lograron incluso que cuatro barcos de la Armada que pagamos todos los españoles se dedicaran exclusivamente a protegerles de los miles de incumplimientos que han venido haciendo desde hace muchos lustros. ¡Es el pan de nuestros hijos! fue hasta hace muy poco el pobre argumento de una industria millonaria y unas gentes atascadas en los sententa del siglo pasado, aunque de hecho sus dueños pertenezcan a las grandes fortunas.
La avaricia, la estupidez, la crueldad y la connivencia con el Estado para que no sepamos nunca lo que pasó son las claves de esta tragedia.