El castillo de los Sarmiento en Fuentes de Valdepero, se ha convertido, desde solo hace unos años, en una interesante muestra de reconstrucción de una de estas fortalezas medievales que ha acaparado la atención de los ciudadanos de forma muy rápida. Nosotros los Sarmiento familiares de quienes lo construyeron, hemos seguido su evolución desde hace siglos: primero por parte de mi bisabuelo Jerónimo Sarmiento; después por mi abuelo Lorenzo y mi padre Lorenzo Sarmiento. Desde la lejanía histórica, hemos sido testigos de su transformación, a pesar las maldades típicas de esta complicada España, a la que algunos amamos mucho más de lo que ella nos quiere a nosotros. Hace solo unos días, nos reunimos en el Castillo la familia Sarmiento Ramírez-Escudero, los únicos que nos hemos interesado por nuestro pasado, junto a mi prima Lira Sarmiento, para celebrar mi setenta cumpleaños en esas piedras que nuestro catorceavo abuelo Diego Sarmiento y su hijo Bernardino Sarmiento, elevaron en 1465. Un acto emotivo y emocionante que compartí con mis dos hijos, mi mujer Magdalena, mis dos nueras y mis cinco nietos,  amantes de nuestro pasado y de nuestra maravillosa historia, mal que le pese a quien le pese. LO PODÉIS BAJAR DE FORMA GRATUITA EN   SCRIBS.COM

Tras seis años de estudio de cientos de edificaciones de la Edad Media Española, uno llega a la conclusión del profundo abandono que sufrieron por parte de sus propietarios que, en la mayor parte de los casos, ni siquiera conocían y no las habían usado nunca. Yo, achacaba dicho comportamiento a los mezquinos mayorazgos del Medievo, que se prolongaron durante tres siglos, constituyendo una injusticia para con las familias que propiciaban la absorción de estas edificaciones por parte de los tres o cuatro títulos nobiliarios más grandes, que los abandonaban al no haber sido construidos por sus estirpes, ya que los ganaban vía matrimonios cuando no había descendiente varón. En 1837, tras varias reformas, se suprimieron los señoríos y mayorazgos, dejando una clase nobiliaria asociada a la burguesía que subsistió hasta nuestros días. Por todo ello, para mi fue una sorpresa y un gran hallazgo encontrar un artículo del que fuera uno de los mejores arquitectos y arqueólogos de edificios históricos españoles, Leopoldo Torres Balbás, entre los que está la Alambra de Granada, que recorrió España analizando nuestro patrimonio monumental, llegando a las mismas conclusiones a las que yo llegué, siendo, incluso, mucho más duro con lo sucedido. Por ello, publico sus opiniones, que encontré entre los papeles de mi abuelo Lorenzo Sarmiento Ramos.