Publicado por pipesar | Categoría Sin Categoría | Fecha 23-02-2021
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FRANKLIN DELANO ROOSEVELT
El Presidente navegante
Fue Presidente de los Estados Unidos entre 1933 y 1945. Apasionado de la vela a pesar de padecer polio y no poder caminar desde los 39 años, fue un consumado marino que pasó la mayor parte de su tiempo libre en la mar.
Empezó a navegar desde muy niño en Campobello Island, en el estado de Maine. Sus antepasados estuvieron muy unidos a la mar, hasta el extremo que su tatarabuelo acompañó a Hudson en el descubrimiento del río que lleva su nombre. Su abuelo fue propietario de una flota de clíperes que transportaron té desde China. Y su bisabuelo se dedicó a la caza de las ballenas. Por ello, Franklin llevaba la mar en la sangre.
Fue hijo único. Cuando tenía nueve años su padre compró una goleta de 15 metros a la que puso de nombre Half Moon; el barco permanecería muchos años en la familia. El pequeño Franklin dio en ella sus primeros pasos como navegante y aprendió a desplazarse sobre el agua en los reparos de corriente más duros de América.
Con solo catorce años ya había realizado nueve travesía del Atlántico con su familia en los trasatlánticos más grandes de la época con destino a Francia y Alemania. Cuando cumplió los diecinueve su padre le regaló un velero: un yawl de 6,20 metros con el que navegó por Campobello acompañado por sus amigos, algunos descendientes de los indios originarios de Maine.
Al acabar los estudios de secundaria quiso entrar en la academia naval de Annapolis, pero su padre no lo permitió, obligándole a ir a la universidad de Harvard como habían hecho todos los Roosevelt.
Con solo veintidós años ya era miembro del célebre New York Yacht Club. Y con veintitrés se casó con Eleanor con la que tuvo seis hijos muy seguidos. Ingresó sin ningún entusiasmo en un bufete de abogados, aunque todos los veranos seguirá viajando a Campobello Island donde navegaba todo el día.
En 1910 fue elegido Senador por el Partido Demócrata del 26 distrito de Nueva York. Y en 1913 Secretario de Estado de la Marina en el gabinete del presidente Wilson. Siempre había defendido,
“La Marina es la primera línea de defensa de una nación: por ello hay que potenciarla y cuidarla”.
Modernizó los guardacostas y las bases navales, siendo recordado como el mejor ministro de Marina. Coleccionaba de forma compulsiva cuadros y maquetas de barcos que más tarde llevaría a la Casa Blanca, y que hoy están depositados en una fundación que lleva su nombre.
Compró un velero de 24 pies sin cabina al que llamó Vireo. En él introdujo a sus descendientes en la navegación. Su hijo James diría:
“Nuestro padre nos incitó a aprender a navegar y a amar la mar como él lo hacía. Era un marino muy notable que nos enseñó a navegar en competición limando las rocas, y a vencer a la fuerza de las corrientes con bordos y estrategias apoyadas en el viento y la anticipación”
Como a su mujer no le gustaba la vela solía llevar a bordo a su secretaria Lucy Mercer, con la que acabó liado, hasta que su esposa le amenazó con un divorcio que entorpecería mucho su carrera política. Sin embargo su madre logró un acuerdo por el que estarían separados de hecho pero aparecerían en público juntos.
En 1920 el partido Demócrata le nombró candidato a la Vicepresidencia de los Estados Unidos, pero perdió las elecciones. Tras el fracaso, dejó la política y se incorporó al despacho del millonario Van Lear Black de Baltimore. Éste tenía un barco de motor de 43 metros de eslora llamado Sábado. Desde su cubierta caería al agua en una salida de pesca, sufriendo una grave congelación: dos días después sus piernas estaban paralizadas. Le diagnosticaron polio, pero todavía hoy es un misterio pues, tras su muerte, su expediente médico fue destruido. En privado se movía en silla de ruedas, pero en público permanecía de pie sobre una estructura de hierro y caminaba apoyado en el hombro de un ayudante.
A pesar de sus limitaciones volvió a navegar en Florida acompañado por sus hijos a los que ordenaba desde el timón las maniobras con ímpetu militar. Una vez que cogía la rueda nadie podía notar que estaba inválido, cosa que escondía hasta extremos enfermizos.
En 1928 regresó a la política como Gobernador de Nueva York durante la Gran Depresión. Los Republicanos decían de él que era un “socialista peligroso”, pero lograría dar empleo a millones de norteamericanos con un gran plan de inversiones públicas En la Convención del Partido Demócrata le dijeron que no podía aspirar a ser presidente porque estaba impedido. Sin embargo logró el mandato y retó a sus detractores diciendo:
“La próxima semana salgo de crucero con mis cuatro hijos. James ha alquilado un velero de 44 pies. Haremos nuestra cocina, lavaremos los platos y nos bastaremos solos. Aprovecharé para nadar y descansar antes de la Campaña Electoral. Volveré en forma”
En realidad era un acto de campaña repleto de mentiras: empezando por el tamaño del barco y las millas que pensaban navegar, pero el tozudo Franklin no admitía que le compadeciesen.
En 1932 fue elegido Presidente de los Estados Unidos. Una de las primeras cosas que hizo en la Casa Blanca fue cubrir las paredes del Despacho Oval con cuadros de barcos. Hoy, la colección tiene 6.000 pinturas y 400 maquetas.
Tras sus primeros cien días de gobierno realizó un crucero a bordo de la goleta Amberjack II escoltado por dos barcos de guerra. Hasta entonces ningún Presidente de los Estados Unidos había navegado, sin embargo él logró alternar el trabajo con un sin fin de travesías por las aguas cercanas a Washington. Fue el primer Mandatario norteamericano en visitar Haiti y las islas Hawaii: lo hizo en barcos de la Armada, en los que disfrutaba mucho. También navegó por el norte de África y América del Sur en diferentes unidades de la Navy.
En 1936 embarcó con tres de sus hijos en la goleta Sewanna propiedad de un abogado de Nueva York para realizar un crucero por su querida costa de Campobello Island, lugar de aprendizaje como marino. Cruzó el golfo de Maine en solo 36 horas, e hizo guardias como todos los demás. Escribiría:
“Este crucero me ha hecho revivir mis años de juventud cuando navegaba por allí en mis pequeños veleros. A bordo de esta goleta todo es mucho más fácil”
Sus amigos decían de él que no se comportaba como un yachman sino que lo hacía como un pescador de Main. Tras esta travesía no volvería a navegar en pequeños veleros dada la inseguridad que amenazaba al mundo con la llegada del nazismo y sus submarinos moviéndose en las proximidades de las costas, aunque siguió embarcando en el yate presidencial Uss Potomac, en el que firmaría grandes acuerdos. Le llamaba la Casa Blanca Flotante. Su frase marinera más famosa fue:
“En la mar me encuentro como en casa”
Fue uno de los Presidente de los Estados Unidos más influyentes, pues logró ponerse de acuerdo con Stalin para luchas contra Hitler, al tiempo que ayudaba a derrotar al nazismo y a los japoneses.